¿Títeres para niños?

El pasado domingo fui con mi pareja a un espectáculo de títeres en el Retiro por parte de un argentino llamado Diego Stirman que pintaba muy bien por unos vídeos suyos que encontramos en Internet.

Al principio de la representación pudimos ver como este señor acompañado de una pianista y actriz francesa metía a los niños, padres y resto de asistentes que no entrabamos en ninguna de las categorías anteriores en una presentación que llamaban «calentamiento» y que por su propuesta caótica y surrealista parecía interesante. Sin embargo, instantes después de esto, todo se fue torciendo y mi pareja y  yo empezamos a mirarnos extrañados. Para empezar, en un momento dado, los actores desaparecían de escena y se oía una discusión entre ellos dos por algo que pedía hacer el hombre a la mujer y esta no quería realizarlo la cual finalizó con un sonido de tortazo y una afirmación final de ella seguida del siguiente comentario por parte de él: «Pedagogía argentina».

Pasado un rato y después de usar un montón de muñecos y elementos que lanzaba el actor detrás de un telón, acompañado al piano y cantando por la actriz, oímos al hombre como mandaba a la chica recoger rápido todo el escenario de los distintos objetos que él había lanzado sin ni siquiera mover un pelo para ayudar. Minutos después, el actor utilizó el recurso del tortazo en otra discusión en medio de la obra y lo repitió, esta vez, en escena, al menos 2 veces, por supuesto dramatizado (menos mal).

Al mismo tiempo que aparecían todos estos valores negativos hacía la mujer, defendiendo el uso de la violencia para conseguir algo de otro, visto por multitud de niños de distintas edades, la obra, titulada «Flatus Bovis» enseñaba a los niños a respetar el medio ambiente, los animales, … Momentos después asistimos a una escena en la que se supone que criticaban la comida basura a través de la ingesta de una hamburguesa de una cadena famosísima de este tipo de «fast food» comiendo un trozo cada uno de los actores e incluso el técnico de luces y sonido (me parece que si querían criticar con el ejemplo iban un poco descaminados). Y cuando todo iba así de «bien» asistimos a otra lindeza del actor que fue la gota que colmo el vaso para mi pareja y para mí: Saco una vaca-títere al escenario e hizo la broma de hablar de la hierba desde otro sentido diferente al alimentario diciendo «Si estos (refiriendose a los niños) ya la fuman y los maestros son los que se la pasan».

Ante semejante serie de despropositos en una obra de teatro para todos los públicos pero, especialmente, dirigida a niños (en el programa de titirilandia decía que la obra era para público a partir de 5 años), nos levantamos  y nos fuimos(como hicieron algunas otras personas que estaban viendo la función) preguntándonos, después de haber asistido a obras de títeres muy buenas y muy adecuadas a niños en ediciones de otros años (y supongo que en las de este), como una obra tan «desacertada» (por llamarla de alguna forma) puede programarse 2 días seguidos como estreno absoluto en España. Que pasa, que ningún responsable de la consejería que organiza estos actos revisa los guiones para ver si son adecuados para los niños (e incluso, para  cualquier persona que en pleno siglo XXI crea en valores como la no violencia, el respeto a la mujer, la igualdad entre sexos, … que espero sean muchos). Luego, nos llevaremos las manos a la cabeza cuando salen noticias sobre violencia de género, acoso, obesidad infantil, …
mientras que, con el dinero de todos se pagan obras de teatro con valores positivos para el planeta y el medio ambiente (muy de moda últimamente) pero completamente negativos hacia las personas, sobre todo,  hacia las que formaran parte del futuro: los niños.

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